La semana pasada Agustín Carstens director general del Banco de Pagos Internacionales (BPI), conocido en inglés como el Bank for International Settlements (BIS), una agrupación de los bancos centrales a nivel mundial, fijó nuevamente su postura sobre el Bitcoin y las criptomonedas.
Para Carstens, las criptomonedas son meramente un “vehículo especulativo” y deberían ser reguladas, porque muchas monedas digitales se “utilizan para hacer algún arbitraje o para eludir algunas regulaciones”, según lo que le dijo a la periodista Joumanna Bercetche de CNBC.
Según lo dicho por Carstens, las criptomonedas se utilizan para evadir las leyes financieras contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo en los países, porque esas leyes estaban “ausentes en muchas aplicaciones de algunas monedas cibernéticas”.
No obstante a pesar de lo que piensen algunos detractores del criptomercado, casi la totalidad de los exchanges más utilizados en todo el mundo, contemplan medidas KYC y AML de alto nivel por lo que ese riesgo se ha disminuido considerablemente.
Pero, tanto Bitcoin como el resto de las criptomonedas han experimentado enormes ganancias durante el último año, producto de una masiva compra que varios inversores institucionales hicieron en este mercado y por lo tanto ahora están bajo el escrutinio de las autoridades.
Los inversores institucionales que poseen enormes cantidades de dinero disponible para invertir en activos (acciones, bonos, etc.), luego del estancamiento de la economía global, producto de los efectos de la pandemia, comenzaron a mirar las criptomonedas como una oportunidad.
Esto aunado a los intentos de los inversores minoristas por también participar en la fiesta de los mercados alcistas, llevaron a Bitcoin y a otras criptomonedas, a subir exponencialmente y por lo tanto fue usado como una cobertura de inflación en tiempos de crisis económica y estímulos masivos.
Desde sectores financieros conservadores y algunas figuras políticas se sigue insistiendo en el mismo discurso acerca que Bitcoin y las criptomonedas, son utilizados sólo para actividades ilícitas, aunque la realidad es muy diferente de este discurso.
Cómo se recordará a principios de este año, la propia secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que el gobierno tendría que “restringir” el uso de criptomonedas para transacciones criminales, ya que ella forma parte de ese grupo conservador.
Sin embargo, la realidad es que el valor de Bitcoin ha subido más del 80% desde el comienzo del año y aún continúa en una tendencia alcista, por lo que por más que se impulsen regulaciones desde estos sectores, la percepción global de fortaleza no cambiará.
Aunque Bitcoin ha sufrido una corrección mayor al 10% desde tocara el techo del $61.000 dólares a principios de este mes y resuenan más voces como la de Carstens, pidiendo más regulaciones, lo cierto es que los anuncios de nuevos inversores institucionales continúan a la orden día.
Hace unos días atrás se hizo público que la empresa estadounidense especializada en gestión de activos y fondos de pensiones Fidelity Investments, está preparando el lanzamiento de su propio fondo Bitcoin, mediante el Wise Origin Bitcoin Trust.
El objetivo de este fondo de Bitcoin “rastrear el desempeño de Bitcoin frente al dólar estadounidense“, medido por el desempeño del índice Fidelity Bitcoin Index PR, ajustado por los gastos y otros pasivos del Fideicomiso.
En opinión de Carstens, las criptomonedas se están utilizando como un “vehículo especulativo” y por lo tanto no las ve como una amenaza para los bancos centrales y el sistema financiero establecido. Carstens dijo: “No veo ningún dominio de las monedas cibernéticas”.
Además Carstens, agregó que las criptomonedas no han hecho “ningún avance en términos de trabajar como dinero”. “Las monedas estables también tienen algunas aplicaciones limitadas”, añadió, refiriéndose a las monedas digitales que están vinculadas a activos externos como el dólar estadounidense para minimizar la volatilidad de los precios.
Dados sus argumentos, Carstens sostiene que las criptomonedas: “Tienen su propio rol para propósitos muy específicos. Por lo tanto, no veo ningún desafío … para que el dinero soberano provenga de estas monedas de uso privado”.
Para los más escépticos estos comentarios de Carstens, llegan en un momento en que varios bancos centrales de todo el mundo están desarrollando sus propias monedas digitales o CBDC como una forma de ofrecer una alternativa a las criptomonedas privadas.
De hecho, China con su yuan digital, ha liderado los esfuerzos de los países por tener una CBDC disponible para sus ciudadanos, el cual está siendo probado en varias ciudades del gigante asiático.
En Suecia, el banco central de ese país, en febrero decidió extender la prueba piloto en curso destinada a crear una versión digital de la corona sueca hasta 2022, como anunció recientemente el Riksbank de la nación.
El programa piloto de la «e-krona» sueca, se creó para ofrecer una solución técnica a través de una moneda digital del banco central o CBDC, que puede funcionar como complemento del dinero en efectivo en ese país donde el uso de dinero es casi en totalidad digital.
Ya el año pasado, el propio BPI y varios bancos centrales de ese grupo, incluidos la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, publicaron un informe que establece algunos requisitos clave para las monedas digitales del banco central, o CBDC.
En este informe recomendaron que las CBDC complementen, pero en ningún momento reemplacen, el efectivo y otras formas de moneda de curso legal, para que su funcionamiento apoye la estabilidad financiera.
Pero a diferencia de lo que muchos pudieran pensar, los bancos centrales comenzaron a mirar hacia las monedas digitales, no por el Bitcoin o por el resto de las criptomonedas en general. El principal agente catalizador que causó preocupación fue Facebook.
Cuando se conoció que la gigantesca Big Tech que, según estimaciones al cierre de febrero de 2021, contaba con 2.740 millones de usuarios activos en todo el mundo, ya estaba comenzando a trabajar hacia 2017 en un sistema de pago y una criptomoneda, el mundo se detuvo.
Los bancos centrales comenzaron a tomar decisiones, porque el control de Facebook sería entonces global y al ser una empresa privada la que controlara el sistema de pagos y una criptomoneda, prácticamente sacaría del juego a los bancos centrales y sus políticas financieras.
Entonces, desde que en 2018, Facebook puso en marcha una división Blockchain, para comenzar a trabajar en su propio token en asociación con otras empresas privadas, el cual fue inicialmente llamado Libra, hoy en día renombrado como Diem, los sectores más conservadores atacaron.
De no ser por las inmensas presiones contra Facebook, Libra ya sería una realidad y habría sido lanzada en diciembre de 2020 como estaba previsto.
Los reguladores de todo el mundo se unieron ante la preocupación de Libra pudiese socavar las monedas soberanas y se impidió su salida.
Parte de esta preocupación, todavía se puede encontrar en los comentarios de Carstens que fue enfático al advertir que las monedas estables como Libra (hoy en día Diem) deberían estar estrictamente reguladas.
“La cuestión de qué respalda esas monedas es fundamental”, dijo Carstens. “Tenemos muchos, muchos episodios en la historia de las finanzas donde, algo que se supone que está completamente respaldado, al final no termina siendo completamente respaldado”.
“Creo que debemos trabajar en la regulación para que estos instrumentos sean adecuados para su propósito”, dijo Carstens.
Carstens, quien es mexicano, asumió su cargo en el BPI en 2017, tras haber sido Gobernador del Banco de México de 2010 a 2017 y también miembro de la Junta Directiva del BPI de 2011 a 2017, fue presidente del Comité Monetario Internacional y Financial Committee, el comité asesor de políticas del FMI de 2015 a 2017.
Además, comenzó su carrera en 1980 en el Banco de México. De 1999 a 2000, fue Director Ejecutivo del FMI. Posteriormente se desempeñó como viceministro de finanzas de México (2000-03) y como subdirector gerente del FMI (2003-06).
Fue ministro de Finanzas de México de 2006 a 2009. Carstens ha sido miembro del Consejo de Estabilidad Financiera desde 2010 y es miembro del Grupo de los Treinta.