Crisis económica a la italiana
Los inversores alrededor del mundo están nerviosos ante la incertidumbre económica. El rendimiento de los bonos a 10 años cayó en julio a niveles históricos, los que compren bonos del gobierno suizo a 50 años están preparados para aceptar un rendimiento negativo. Parte de la inquietud se deriva de la decisión de Gran Bretaña de lanzarse hacia lo desconocido. La libra, que alcanzó el 6 de julio un mínimo histórico en 31 años frente al dólar tiene que encontrar todavía un suelo. Varios fondos inmobiliarios ingleses han tenido que suspender reembolsos mientras el valor de sus activos cae.
Pero el voto a favor del Brexit no explica el actual estado de incertidumbre en Europa. Existe una amenaza potencialmente mayor y más peligrosa en la Europa continental: Italia se encuentra al borde de una crisis bancaria lo que supondría una crisis económica a nivel europeo.
¿Italia en crisis económica?
Italia es la cuarta economía por tamaño de Europa y una de las más débiles. La deuda pública se encuentra en el 135% del PIB (por el 99,90% de España), la tasa de desempleo es la mayor de los países de la UE excepto Grecia. La economía italiana lleva años en apuros, debido al exceso de regulación y a la débil productividad, debatiéndose entre el estancamiento y la deflación. En este escenario los bancos, especialmente, están en serios problemas ahogados por unos 360 mil millones de euros en préstamos malos, el equivalente a un quinto del PIB de Italia. Colectivamente tienen provisiones para un 45% del total. En el mejor de los casos los bancos más débiles limitarán el crecimiento del país, en el peor de los casos algunos se irán a la quiebra.
Los inversores, como era de esperar, han huido. Las acciones de los grandes bancos italianos han caído hasta en algunos casos la mitad desde abril, una salida que se ha intensificado desde que ganó el Brexit. La mayor preocupación a día de hoy es la solvencia del Monte dei Paschi di Siena, el banco más antiguo del mundo. Todos los intentos para reflotarlo han fracasado, ahora vale en bolsa una décima parte de su valor contable y podría no pasar las pruebas de estrés del Banco Central Europeo a finales de mes.
Sólo el tamaño hace del lío italiano un problema peligroso pero también es un ejemplo más amplio de los males de la zona euro: la tensión entre la regulación hecha en Bruselas y las exigencias de la política nacional, y los conflictos entre acreedores y deudores.
¿Hay solución?
Italia necesita urgentemente hacer una limpieza en su sistema bancario. Con el capital privado saliendo y el dinero del fondo de rescate respaldado por los bancos ya en uso, se necesitaría una inyección de dinero por parte del estado. El problema es que las nuevas reglas de la eurozona establecen que los bancos no pueden ser rescatados a menos que sus tenedores de bonos acepten pérdidas primero.
El principio dejar que los acreedores sean los que “paguen” en lugar de que lo hagan los contribuyentes es bastante lógico; en la mayoría de los países los bonos de los bancos están en las carteras de inversores institucionales que conocen los riesgos y pueden asumir las pérdidas. Pero en Italia, debido a una peculiaridad del código fiscal, 200 mil millones de euros de esos bonos están en manos del inversor retail o “inversor de la calle” por lo que muchos podrían perder la totalidad o una gran parte de su dinero.
La política también influye entre los países acreedores de la eurozona. Alemania sostiene que los problemas italianos son en gran parte debido a su toma de decisiones, ha reaccionado demasiado tarde para tomar las riendas de su maltrecho sistema bancario y ha permitido que los bancos prestamistas regionales estén ligados a la política local. Merkel se enfrenta a elecciones el año que viene por lo que no hace pensar que vaya a hacer muchas concesiones a países que incumplan las normas.
A pesar de todo, la presión del mercado en los bancos italianos no va a cesar hasta que se restaure algo la confianza, y esto no pasará sin inyectar dinero público. Si las reglas de rescate se aplican a rajatabla en Italia la protesta de los ahorradores podría dañar la confianza y dejar abierta la puerta a la incertidumbre política de partidos populistas.
Se vislumbra la posibilidad de una solución intermedia. Ya hay negociaciones para una cláusula en el libro de reglas de los rescates que permitiese una inyección temporal de capital para el Monte dei Paschi que supusiese poner suelo a la caída de los precios para que otros bancos, como UniCredit puedan aumentar el capital privado.
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