Aunque en un principio las criptomonedas fueron recibidas con desdén e indiferencia por parte tanto de la sociedad como de las autoridades reguladoras, desde que a finales del 2017 comenzaron a acumular una gran capitalización (actualmente el mercado de las criptomonedas en su conjunto asciende a más de cuatrocientos cuarenta mil millones de dólares) también se despertó el interés primero de los inversores y luego de los gobiernos. Este es el estado actual y los proyectos regulatorios de algunos de los principales mercados.
Distintos sistemas, distintas regulaciones
A pesar de que Biden (ganador de las elecciones a la Presidencia de los EE. UU.) no se ha pronunciado con vehemencia a favor o en contra del uso de las criptomonedas y que en el gigante de Norteamérica las criptomonedas no son consideradas dinero de curso legal, la Ley de Seguridad para el Consumidor de Tecnología, aprobada el mes de septiembre en la Cámara de Representantes, trae consigo interesantes novedades.
La primera es la llamada Ley de Taxonomía Digital, que define el token digital como aquel programado con reglas que gobiernan su creación, suministro, propiedad, uso y transferencia cuando estas impiden su alteración por parte de una o varias personas, que tiene un libro de contabilidad de consenso resistente a ser modificado, puede ser transferido de forma descentralizada y no represente un interés financiero en una sociedad o empresa. La segunda es la Ley de Innovación Blockchain, la cual busca explotar adecuadamente esta tecnología para aprovechar todo su potencial.
Al otro lado del charco, la intención de los países que conforman la Unión Europea es la de crear un organismo que regule todo tipo de criptomonedas y activos digitales, aunque algunos estados se muestran ciertamente hostiles, como ya dejó claro el Ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, que relaciona a las criptomonedas con la financiación de actividades fraudulentas en un tweet. De materializarse la creación de este organismo (que algunos denominan ya como el supervigilante), y todo parece indicar que así será, la UE será uno de los líderes en cuanto al desarrollo de un marco jurídico para regular el criptomercado.
Por su parte en Asia la adopción de las criptomonedas ha sido tan masivo (no es de extrañar, ya que el poderío económico de la región se está situando al nivel de su peso poblacional, industrial y político) que el gobierno chino ya ha anunciado su intención de lanzar el yuan digital, pero en este caso se olvida totalmente la descentralización que caracteriza a las criptomonedas, ya que será un activo respaldado y perfectamente regulado por el estado, (¿una especie de Petro hipertrofiado?), y Singapur, uno de los países que con más entusiasmo abrazó al bitcoin, quiere ampliar la seguridad a los consumidores de criptomonedas y a la vez dificultar el lavado de dinero con un mayor seguimiento de las transacciones mediante su Ley de Servicios de Pago.
La regulación del criptomercado terminará con la era del anonimato de este mercado, pero demuestra que las criptomonedas no son flor de un día y que han llegado para formar parte de la estructura económica mundial del futuro.
Otras inversiones que utilizan criptomonedas
La marea de regulaciones puede asustar a aquellos que deseen invertir en criptomonedas, y quizás prefieran operar con ellas en actividades cuya forma de rendir cuentas con las distintas haciendas sea más sencilla, pagar lo que corresponda en base al beneficio que se obtenga, sin poseer activos que declarar aparte en la declaración anual.
Por ejemplo, invertir en bitcoin con un bróker como Plus500 a través del trading de CFDs simplemente obliga al inversor a pagar distintos porcentajes según el beneficio obtenido, ya que con el trading no se compra ni se vende ningún activo, no hay una cartera de activos que declarar, sencillamente, si obtienes beneficios pagas una parte en forma de impuestos.
Aunque esto simplifique nuestra relación con la hacienda pública, sin tener que estar constantemente leyendo los boletines oficiales, este tipo de operativa es compleja y exige tener siempre presente el alto riesgo que implica operar apalancados, donde las pérdidas pueden llegar a ser bastante elevadas, sobre todo en un mercado caracterizado por su volatilidad, pero puede ser una opción a tener en cuenta por aquel inversor consciente de los riesgos y beneficios y que conozca el mercado de las criptomonedas.