Hace pocas semanas atrás, varios incidentes en bancos alrededor del mundo a lo largo de este 2021 abrieron el debate, sobre si cabría la posibilidad de ser testigos en pleno siglo XXI, del primer apagón financiero de la humanidad.
Obviamente las posibilidades de un “apagón” o “blackout” existen y son muy variadas, pero básicamente conllevaría a que todo aquello conectado a una red o al sistema eléctrico quede desconectado por minutos, horas, días, semanas o meses.
Desde el alumbrado de las ciudades, los semáforos, las redes móviles de voz y datos, los ordenadores, la banca en general, cajeros automáticos, los POS, los elevadores en edificios, el metro y muchos otros servicios dejaran de funcionar al cortarse el suministro eléctrico.
Las posibles causas para una posible caída del sistema eléctrico pueden ser muchas, que van desde fallos técnicos, cortes imprevistos de líneas de alto voltaje, sobrecargas por picos de demanda, desajustes en el sistema, ciberataques e incluso las tormentas solares o geomagnéticas.
De hecho, la semana pasada la ministra de Defensa austriaca, Klaudia Tanner, agrega más FUD a esta posibilidad al señalar fehacientemente que toda Europa podría sufrir un gran apagón que pondría en peligro a más de 750 millones de personas que conforman la población europea.
Tanner aseguró, que existe una alta posibilidad del «100% en los próximos cinco años que este escenario ocurra. Por lo tanto, el ministerio de Defensa austriaco publicó un conjunto de reglas sobre cómo actuar ante un posible apagón de electricidad a gran escala, en su informe anual “Sicher, und Morgen?”.
Este informe anual que es elaborado por un grupo de expertos y que trata de adelantarse a los posibles peligros a los que podrían enfrentarse Austria y el resto de países de Europa en los próximos 18 meses.
En vista que un «apagón» sería es una amenaza probable y la más catastrófica después de una pandemia, el ministerio de Defensa austriaco lanzó este mismo mes una campaña de concientización e información sobre esta posibilidad.
Esta impactante campaña consta de publicidad en los medios tradicionales e Internet, así como la colocación de más de seis mil carteles repartidos por todo el país con el título: “Qué hacer cuando todo se para”.
Pero, Austria no es el único país que piensa así, ya que Suiza también se prepara para un escenario similar, debido a la dependencia energética del país alpino a la red eléctrica europea y por su parte Alemania también tiene planes para mitigar una eventualidad similar en sus fronteras.
No obstante, esta posibilidad de un “apagón” pudo haber ocurrido a comienzos de este año, cuando el pasado 8 de enero de 2021, un fallo de una subestación en Croacia provocó una caída de frecuencia que pudo haber cortado el sistema eléctrico de gran parte de Europa.
Si bien es cierto, que algunos países europeos como España, se verían poco afectados por cortes eléctricos, debido a que sus interconexiones con el resto de Europa son muy escasas, teniendo capacidad de autogeneración para suplir contingencias imprevistas, las redes de datos no.
La posibilidad de que ocurra un ciberataque que ocasione un “apagón” es cada vez más factible, debido a que los grupos de ciberdelincuentes cada vez tienen una mayor capacidad de golpear objetivos de alto nivel como el caso de Colonial Pipeline en Estados Unidos.
Sin embargo, el nivel de este grupo de ciberdelincuentes, están muy por debajo de los grupos ciberterroristas que existen en Europa del Este y países asiáticos como Corea del Norte, los cuales poseen habilidades muy superiores y capacidad de operar casi en la sombra.
¿Cómo podría afectar esto a la Banca?
La banca aunque aparentemente es uno de los sectores mejor preparados para afrontar un “apagón” de cualquier tipo, no siempre es así. A lo largo del 2021, varios bancos en todo el mundo han sufrido apagones temporales pero serios, que han dejado a millones de clientes sin dinero.
Bancos desde Venezuela, México, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Japón, Sudáfrica entre otros países, han pasado por momentos oscuros, luego que sus operaciones se vieran detenidas por supuestos ataques externos, perjudicando a decenas de millones de usuarios.
En septiembre, el Banco de Venezuela, el principal banco del estado de ese país caribeño, estuvo toda una semana fuera de línea, debido a un supuesto ataque que se originó en EEUU, sin embargo, dada la censura impuesta por el gobierno, es poco probable que se conozcan los hechos.
En México, a mediados de septiembre, el BBVA Bancomer, presentó fallas en sus servicios de Home Banking y el sistema de pagos, afectando a millones de usuarios, los mismos que se volvieron a repetir semanas más tarde, cuando a finales del mes pasado, volvieron las fallas.
En esa oportunidad, “supuestamente” la falla se originó en una actualización de un sistema que ocasionó una caída de los servicios, por lo que tuvieron que reestablecer la versión anterior para mitigar la falla.
Sin embargo, también en México, en septiembre, el Banco Santander de ese país, filial de la casa matriz española, presentó una falla que impidió a sus millones de usuarios disponer de sus fondos o pagar en establecimientos.
En ese mismo continente, en Estados Unidos, el 1 de octubre, la plataforma de banca en línea del Bank of America, estuvo fuera de línea durante varias horas, dejando a millones de clientes sin acceso a sus cuentas y sin poder hacer pagos antes de que se restableciera el servicio.
En ese mismo mes, en Nueva Zelanda, el ANZ Bank, uno de los bancos más grandes de ese país presentó fallas en su sitio Web, debido a un ciberataque DDoS, que también afectó al Kiwi Bank y al Commonwealth Bank, así como también a agencias gubernamentales como Inland Revenue, MetService y NZ Post, pero también al primer proveedor de Internet neozelandés.
En Reino Unido, la situación no es mejor, ya que los bancos Lloyds, Halifax y Bank of Scotland presentaban fallas en sus plataformas la semana pasada tanto en línea como a través de las Apps. Una situación que ya ha ocurrido otras veces en ese país y que parece común.
Vale, recordar que las fallas de los bancos de La City de Londres, todavía capital financiera del mundo, afectan a millones de usuarios en UK y de otros países, ya que parte del comercio global de bienes y servicios, pasa por esas pasarelas y plataformas financieras.
Hasta el mes de septiembre en Japón, el Mizuho Bank uno de los bancos más grandes, ha tenido al menos 8 grandes fallas a lo largo de este año, que ha interrumpido las operaciones de sus cajeros automáticos y transferencias, afectando a los clientes de la institución.
Asimismo, en Sudáfrica, el African Bank y un proveedor de servicios financieros, anunciaron que sufrieron un ataque de ransomware por parte de ciberdelincuentes que terminó en una violación de datos importante de la información personal de los consumidores y empleados.
No obstante, no es el único banco que ha sido atacado, ya que varios bancos sudafricanos han informado que los datos de sus clientes pueden haber sido expuestos en el ciberataque masivo realizado en septiembre contra la industria de servicios financieros de ese país.
Estos no son las únicas modalidades de ciberataques, pues sus planificadores están mejorando con cada día que pasa sus técnicas y arsenal de ciberarmas, por lo que es posible que pronto tengan capacidades de penetración superiores a las defensas del sistema financiero.
Tampoco hay que pensar que este fenómeno sólo se circunscribe a estos países que hemos nombrado, ya que gracias a la interconexión financiera, las víctimas ahora son globales y mientras lee este artículo cualquier país podría estar asediado por este tipo de ciberataques.
En cualquier caso, un “apagón” financiero, podría suceder muy pronto, bien sea por causas relacionadas con la energía, con fenómenos cósmicos como las tormentas solares o los ciberdelincuentes que operan en Internet a sus anchas, respaldados por algunos países.
Volviendo a lo dicho por la ministra de defensa Tanner, “La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, un lema bastante oportuno que vale aplicarlo igualmente al sistema financiero y a la forma en que resguardamos el dinero.
Ahora, la pregunta es, ¿Estamos preparados para un apagón financiero?