Esta semana el Banco de Pagos Internacionales (BPI), publicó un par de informes sobre criptomonedas y monedas digitales de bancos centrales (CBDC, «por sus siglas en inglés»), los cuales muestran una aproximación sobre el estado de la tecnología de la moneda fiduciaria digital que se está desarrollando hoy día y el papel de las criptomonedas en la economía.
En primer lugar para entrar en contexto, hay que recordar que el BPI es una organización internacional financiera fundada por los Acuerdos de La Haya de 1930, que es propiedad de numerosos bancos centrales y tiene su sede en la capital financiera del mundo, Basilea, Suiza.
El BPI, es conocido como el “banco de los bancos centrales”, y entre sus funciones se encarga de fomentar la cooperación financiera y monetaria internacional entre sus miembros, unos 60 bancos centrales de países que representan aproximadamente el 95% del PIB mundial, además de funcionar como un banco para estas instituciones.
El BPI como institución financiera, es absolutamente autónomo en sus decisiones y no rinde cuentas ante ningún estado o gobierno, aunque la mayoría de sus acciones pertenecen a los bancos centrales de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Estados Unidos y Reino Unido, prestando servicios bancarios a bancos centrales y otras instituciones monetarias oficiales.
Por lo tanto, en virtud de la próxima reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales (FMCBG, «por sus siglas en inglés») del G20, que se celebrará entre el 13 y 16 de este mes en la India, con Narendra Modi, primer ministro de ese país como presidente del grupo, se han presentado varios documentos de trabajo sobre diversos tópicos de la economía y las criptomonedas, por lo que las CBDC no podían faltar.
Y es que el G20, como foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales, que entre sus objetivos está, discutir las políticas relacionadas con la promoción de la estabilidad financiera internacional, como el principal espacio de deliberación política y económica del mundo, buscará abordar todo lo relacionado con las CBDC y su implementación global.
Por ello, el BPI a través de su Centro de Innovación del Banco de Pagos Internacionales (BISIH, «por sus siglas en inglés»), presentó dos informes previos a la reunión del G20. El primero de ellos publicado este lunes, denominado “Avanzando: resultados de la encuesta del BPI de 2022 sobre monedas digitales y criptomonedas de los bancos centrales”.
Este informe elaborado por Anneke Kosse, Economista Senior del Comité sobre los Pagos y las Infraestructuras del Mercado del BPI, con amplia trayectoria en la banca canadiense y de Países Bajos, aborda que “aún los bancos centrales se encuentran en una fase exploratoria de las CBDC”.
Según la investigación firmada por Kosse, todavía “más de la mitad de los bancos centrales están realizando experimentos concretos o trabajando en un piloto, resumiendo los hallazgos de la última encuesta de los bancos centrales sobre sus puntos de vista y planes con respecto a las CBDC”.
En la encuesta realizada a 86 bancos centrales, se evidenció que “la proporción que participa en algún tipo de trabajo de CBDC ha aumentado al 93% y que el trabajo en CBDC minorista está más avanzado que en CBDC mayorista”.
Del mismo modo, este informe explica que “la mayoría de los bancos centrales ven un valor potencial en tener una CBDC minorista y un sistema de pago rápido, y que podría haber 15 CBDC minoristas y nueve mayoristas circulando públicamente en 2030”.
Además, esta encuesta da una mirada sobre el ecosistema de criptomonedas, las stablecoin y finanzas descentralizadas (DeFi), haciendo énfasis en una lista de “defectos y riesgos estructurales”, señalando que hasta la fecha, “las monedas estables y otros criptoactivos rara vez se utilizan para pagos fuera del ecosistema criptográfico”.
Básicamente, en esta sección del informe “se destaca que, a pesar del potencial para una innovación tecnológica genuina, las criptomonedas tienen fallas estructurales inherentes que presentan riesgos graves no solo para su propia estabilidad y seguridad, sino también para el sistema financiero tradicional”.
Destacando como las principales fallas estructurales del ecosistema criptográfico, “la congestión, la fragmentación y la necesidad de pedir prestada credibilidad al dinero soberano”, pero también los problemas derivados de la necesidad de centralización, para luego plantear lo que a juicio de la investigadora son los principales riesgos de este ecosistema.
En este apartado, dividió en tres estos riesgos. En primer lugar “los riesgos dentro del ecosistema criptográfico (incluidos los riesgos para la integridad del mercado, la protección del consumidor y la privacidad), en segundo lugar “riesgos específicos del DeFi” y por último “los riesgos derivados de la interconexión con el sistema financiero tradicional”.
Para tocar todos estos temas de las fallas estructurales y el riesgo, Kosse utilizó los casos del trilema de Butterin, (descentralización, seguridad y escalabilidad), el colapso de la stablecoin Terra USD en 2022, la quiebra del criptointercambio FTX, también el año pasado y la falsa descentralización de los sistemas DeFi que se ven obligados a utilizar oráculos centralizados.
Y por supuesto, también señaló que “probablemente, las criptomonedas también se utilicen para actividades ilícitas como el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo y la evasión fiscal. El pseudoanonimato y la falta de supervisión ciertamente contribuyen a estos riesgos”, dice el informe.
Posteriormente hace una aproximación a las opciones para abordar los riesgos que plantean las criptomonedas, advirtiendo que a pesar de los acontecimientos antes señalados como el colapso de Terra USD y la quiebra de FTX, todavía “los inversores institucionales y los minoristas siguen mostrando interés en las criptomonedas” añadiendo “Por lo tanto, no se puede ignorar el potencial de que estos vínculos crezcan aún más”.
De hecho, señala que “las interconexiones entre las criptomonedas y el sistema financiero tradicional pueden funcionar en ambos sentidos”, trayendo a colación “las turbulencias bancarias de marzo de 2023, cuando algunas monedas estables perdieron su paridad, sobre todo USDCoin después de revelar que una cantidad sustancial de su reserva de efectivo estaba depositada en Silicon Valley Bank”.
Por lo que, añade que supuestamente, “estos eventos demostraron que probablemente no es posible desarrollar monedas estables verdaderamente estables, es decir, monedas estables que puedan mantener su paridad en todas las circunstancias, incluso si invierten principal o exclusivamente en activos seguros”.
Y por último, el informe en la sección de riesgos, cierra con una discusión sobre cómo las brechas de datos obstaculizan los esfuerzos para desarrollar un marco de monitoreo coherente para las criptomonedas en general, “debido a la dificultad de agregar, conciliar y analizar los datos disponibles en los libros mayores distribuidos”.
Además, de añadir que el pseudoanonimato “que inhibe la capacidad de determinar los tipos de inversores en criptoactivos que pueden ser beneficiarios de múltiples billeteras”; y por último “la gran cantidad de transacciones fuera de la cadena”.
De allí que, estas “lagunas de datos se interponen en el camino de una evaluación adecuada de los riesgos potenciales”. En consecuencia el informe del BPI concluye que “en poco más de una década, las criptomonedas han pasado de ser una actividad de nicho a algo que afecta al sistema financiero principal”.
Y como muestra de ello, señala que lo que comenzó como casi un juego “para un pequeño grupo de entusiastas”, ha arrastrado “a millones de usuarios minoristas, así como más y más inversores institucionales”, que están “ingresando al ecosistema criptográfico en los últimos años”, lo que sin duda es muestra de preocupación para el BPI.
Para finalizar señalando que “en conjunto, las conclusiones clave de este informe sugieren que las fallas estructurales inherentes de las criptomonedas las hacen inadecuadas para desempeñar un papel importante en el sistema monetario”.
En nuestro siguiente artículo cubriremos el segundo informe del BPI.