La comisionada Peirce de la SEC hace un llamado a la privacidad financiera

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La comisionada Peirce de la SEC hace un llamado a la privacidad financiera

En un mundo cada vez más digitalizado donde la vigilancia financiera se ha convertido en una norma tácita, la comisionada de la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC, «por sus siglas en inglés»), Hester M. Peirce, encendió una chispa de debate y la reflexión en la Conferencia sobre la Ciencia de Blockchain de la Universidad de California en Berkeley.

Su discurso en como invitada al hablar de la “Privacidad financiera en la era digital”, titulado “Mantequilla de maní y sandía: Privacidad financiera en la era digital”, no fue un simple análisis de políticas, sino una defensa apasionada y profundamente arraigada de la privacidad individual, utilizando metáforas sorprendentes y referencias históricas que resonaron con la audiencia.

La comisionada, conocida en el ecosistema cripto como “Crypto Mom” por su postura favorable a la innovación y las criptomonedas, utilizó su discurso para hacer una pregunta fundamental: ¿Hemos sacrificado nuestra privacidad financiera en aras de una supuesta seguridad y conveniencia?

Peirce comenzó su discurso relatando cómo la tecnología permite “la desintermediación en nuestro beneficio”, sentenciando que “la promesa de una mayor desintermediación es prometedora”.

Luego señaló que “la criptografía, las pruebas de conocimiento cero, los contratos inteligentes y las cadenas de bloques públicas” como los verdaderos facilitadores de “la transmisión desintermediada de valor e información, así como la coordinación desintermediada del comportamiento humano”.

Más adelante en el discurso, Pierce abordó cómo “la doctrina de terceros es un pilar fundamental de la vigilancia financiera en este país, gran parte de la cual se aplica bajo la Ley de Secreto Bancario (BSA, «por sus siglas en inglés»)”, la cual cuenta “con casi 55 años de antigüedad y que el Congreso ha complementado a lo largo de los años”.

La ley BSA tiene como objetivo, “ayudar a las fuerzas del orden a combatir la actividad delictiva, incluyendo la evasión fiscal, la financiación del terrorismo y el blanqueo de capitales; proteger el sistema financiero estadounidense; y salvaguardar la seguridad nacional de Estados Unidos”, argumentó Pierce.

La comisionada de la SEC, también explicó se deberían “tomar medidas concretas para proteger la capacidad de las personas no solo de comunicarse en privado, sino también de transferir valor en privado, como lo habrían hecho con las monedas físicas en la época en que se creó la Cuarta Enmienda”.

Pero también defendió que “los emprendedores y desarrolladores de software estadounidenses deberían tener la libertad y la certeza regulatoria para modernizar todos los sectores de nuestra economía utilizando estas tecnologías”, afirmando que se debería “acoger con satisfacción las tecnologías que protegen la privacidad y salvaguardar el derecho de las personas a la autocustodia de sus criptoactivos”.

Explicando que “los desarrolladores de software de privacidad de código abierto no deberían tener que responder por las acciones que otras personas realicen utilizando el software que desarrollaron”.

Y concretamente, esta distinción es crucial y fue el hilo conductor de toda la presentación de la comisionada Pierce, quien argumentó que la privacidad no es una herramienta para criminales, sino un derecho fundamental que permite a los individuos tener autonomía y libertad.

Posteriormente, la comisionada Pierce, en algún momento de su discurso habló de Eric Hughes, un matemático de Berkeley, programador informático y cypherpunk estadounidense, considerado uno de los fundadores del movimiento cypherpunk, junto con Timothy C. May y John Gilmore, pero también por ser el autor del Manifiesto de Cypherpunk en 1993.

Pierce recordó las palabras de Hughes: “No podemos esperar que los gobiernos, las corporaciones u otras grandes organizaciones anónimas nos concedan privacidad por su beneficencia”, quien fue un gran defensor de la privacidad.

El propio Hughes dijo alguna vez: “La privacidad es necesaria para una sociedad abierta en la era electrónica. La privacidad no es secreto. Un asunto privado es algo que uno no quiere que todo el mundo sepa, pero un secreto es algo que uno no quiere que nadie sepa. La privacidad es el poder de revelarse selectivamente al mundo”.

Uno de los puntos clave que Peirce abordó fue el de los criptógrafos del movimiento cypherpunk, entre ellos destacó a “Phil Zimmermann —desarrollador del software de cifrado Pretty Good Privacy (PGP)—”. La comisionada de la SEC, dijo que Zimmermann “defendió recientemente un esfuerzo renovado para proteger el derecho de las personas a utilizar el cifrado de extremo a extremo en sus comunicaciones, ante la amplia accesibilidad a estas herramientas para el público general”.

Además, dijo que “por razones de privacidad personal y seguridad nacional, es esencial proteger un cifrado de extremo a extremo fuerte y sin puertas traseras, y que los gobiernos de personas libres deberían defender el derecho de los ciudadanos privados a usarlo para poder protegerse en un mundo repleto de actores maliciosos”.

El software de cifrado Pretty Good Privacy (PGP), durante las décadas de 1980 y 1990, fue una de las primeras herramientas que democratizó el cifrado para el público en general, permitiendo a los individuos proteger sus comunicaciones del escrutinio gubernamental y corporativo.

Peirce criticó la aproximación actual de la Red de Ejecución de Delitos Financieros (FinCEN, «por sus siglas en inglés»), que exige a las instituciones financieras recopilar y reportar grandes cantidades de datos sobre transacciones, bajo la premisa de combatir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.

Si bien reconoce la importancia de estos objetivos, la comisionada cuestionó si este enfoque es realmente efectivo, señalando que la inmensa cantidad de datos recopilados crea una sobrecarga de información que, a menudo, oscurece la búsqueda de actividades verdaderamente ilícitas, sugiriendo que se ha creado un sistema de vigilancia masiva que degrada la privacidad de los ciudadanos comunes.

Peirce también se centró en la distinción entre privacidad y anonimato. Explicó que las tecnologías de criptografía como el cifrado y las redes de privacidad en blockchain (como los mezcladores de transacciones) no buscan el anonimato total, sino que buscan proteger la identidad del usuario de manera predeterminada.

La comisionada defendió la idea de que la capacidad de realizar transacciones en el espacio digital sin que cada movimiento sea rastreado por una red de instituciones y agencias es un componente vital para la libertad financiera.

El discurso no fue una crítica simplista del gobierno, sino un llamado a un reequilibrio. Peirce abogó por un enfoque más dirigido, donde la vigilancia se concentre en actividades sospechosas, en lugar de esparcirse indiscriminadamente sobre la población.

Su visión es una donde la tecnología, especialmente blockchain, pueda ser utilizada para crear sistemas financieros que respeten la privacidad del usuario al mismo tiempo que ofrecen la transparencia necesaria para prevenir el delito.

La comisionada concluyó con una reflexión sobre la responsabilidad. No solo el gobierno tiene la responsabilidad de proteger la privacidad de sus ciudadanos, sino que los ciudadanos también tienen la responsabilidad de exigirla.

Ella desafió a los desarrolladores, tecnólogos y reguladores presentes a construir sistemas que no solo sean eficientes y seguros, sino que también estén intrínsecamente diseñados con la privacidad como una característica central, no como una idea de último momento.

Su discurso sirve como una advertencia oportuna sobre los peligros de crear una infraestructura financiera que podría permitir una vigilancia sin precedentes, eliminando la última rebanada de sandía de privacidad que nos queda.

El discurso de la comisionada Peirce en Berkeley no fue simplemente una ponencia, fue un manifiesto moderno que busca revivir la conversación sobre la privacidad en una era donde la mayoría la ha dado por perdida, un llamado de atención que se suma al realizado por Paul Grewal, el CLO de Coinbase que ha criticado la BSA y propone cambiarla.

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