El mes pasado, el estado de Texas realizó su primera compra de Bitcoin (BTC), con el objeto de crear su Reserva Estratégica de Bitcoin (SBR, «por sus siglas en inglés») financiada por un gobierno estatal, de acuerdo a lo confirmado por la Oficina del Contralor de Texas.
La compra inicial de Bitcoin para la SBR texana asciende a 5 millones de dólares en BTC, que representan la mitad de los 10 millones de dólares, asignados por la Legislatura para este fin y desatando un intenso debate sobre la gestión de los fondos públicos en un activo notorio por su extrema volatilidad.
La decisión convierte a Texas no solo en uno de los estados pioneros en la adopción institucional de criptoactivos, sino también en el epicentro de un experimento económico estatal que será observado de cerca por gobiernos de todo el mundo, debido a la importancia de su economía, que en 2024 registró un Producto Interno Bruto (PIB) estimado en unos 2.7 billones de dólares (trillions de USD).
De hecho, Texas es una de las economías más grandes del mundo, destacándose por su sector energético, finanzas, aeroespacial y por su crecimiento poblacional dentro de EEUU, lo que lo posiciona como “la octava economía más grande del mundo” según cifras recientes del estado.
La Oficina del Contralor de Texas ejecutó la compra de Bitcoin la mañana del pasado 20 de noviembre, adquiriendo las unidades a un precio de 91.336 dólares por cada BTC, según lo reportado, una compra que el propio contralor interino Kelly Hancock, ha defendido al destacar cómo esta reserva estratégica de Bitcoin favorecerá el balance general de Texas.
Esta inversión se calificó como “provisional” mientras la oficina trabaja para contratar a un banco especializado en criptomonedas que se encargue de la gestión a largo plazo de la cartera que manejará el estado.

Aunque la inversión de 5 millones de dólares representa una porción “ridículamente mínima” del presupuesto estatal total de 338 mil millones de dólares para crear la reserva, su significado simbólico y estratégico es monumental.
Texas se adelanta a otros estados en Estados Unidos, como Arizona y New Hampshire, que desde hace meses habían aprobado leyes para crear fondos similares en sus estados, pero aún no han realizado compras.
La única experiencia previa similar a nivel subnacional en Estados Unidos proviene de fondos de pensiones en estados como Wisconsin y Michigan, que realizaron inversiones en el sector criptográfico el año pasado.
El senador estatal Charles Schwertner, republicano por Georgetown y autor del proyecto de ley que dio vida a este fondo, enmarcó la reserva como una necesidad estratégica para el futuro, argumentando que permitirá a Texas “liderar y competir en la economía digital”.
La apuesta de Texas llega en un año de auge para el Bitcoin, cuyo precio se ha disparado en medio de una mayor aceptación institucional y el rápido crecimiento de la infraestructura de minería en el propio estado. Sin embargo, esta subida no ha estado exenta de la característica más definitoria de Bitcoin, su volatilidad.
Días después de la compra texana a 91.336 dólares, el precio del Bitcoin cotizaba a 89.406 dólares, demostrando la naturaleza fluctuante del mercado, sin embargo, la inversión se realizó además lejos de su máximo histórico reciente de 126.080 dólares, registrado a principios de octubre.
El economista especializado en energía de la Universidad de Houston, Ed Hirs, se mostró abiertamente crítico con la decisión, cuestionando la idoneidad del Bitcoin como destino para el dinero de los contribuyentes.
Hirs básicamente argumentó que las inversiones más comunes, se basan en los mercados tradicionales de valores y bonos, porque ofrecen una estabilidad muy superior a la que brindan las criptomonedas, las cuales eventualmente perderán su valor y dejarán a los contribuyentes sin nada en las manos
En el lado opuesto, Lee Bratcher, presidente del Consejo de Blockchain de Texas, defendió el momento de la inversión como acertado y la estrategia como sólida. Bratcher sostiene que, a pesar de sus apenas 16 años de existencia, la tendencia histórica del Bitcoin es al alza, y que la volatilidad es una característica que se “suavizará con el tiempo”.
No obstante, la inversión en Bitcoin no puede separarse de la floreciente industria criptominera que ha encontrado un refugio operativo en el Estado de la Estrella Solitaria y el más libertario de todos los estados en EEUU.
Desde que China prohibió la minería de criptomonedas en 2021, y gracias a declaraciones como la del gobernador Greg Abbott de que “Texas está abierto al negocio de las criptomonedas” los condados rurales se han convertido en imanes para grandes instalaciones de minería, llevando a Texas a albergar al menos 27 sitios de minería Bitcoin, consolidándose como el principal lugar de minería de criptomonedas del mundo.
Sin embargo, esta rápida expansión ha generado una considerable controversia, centrada principalmente en el consumo energético desmedido de la industria, ya que las minas de criptomonedas en Texas consumieron 2.717 megavatios de energía en 2023, una cantidad suficiente para abastecer a aproximadamente 680.000 hogares.
De hecho, un estudio realizado por Wood Mackenzie y encargado por The New York Times, en 2023, reveló que este aumento en la demanda de la red eléctrica estatal ha impactado directamente en los bolsillos de los tejanos, elevando las facturas eléctricas en casi un 5%, lo que se traduce en unos 1.800 millones de dólares adicionales al año.

Los críticos, como la senadora estatal Molly Cook, que es senadora por el Distrito 15 de Houston en el Senado de Texas, que votó en contra de la creación del fondo, han enfatizado que la inversión en criptomonedas desvía recursos de prioridades más urgentes y tangibles.
Para Cook, se debería usar este dinero proveniente de los impuestos a los ciudadanos de Texas, para otras cosas “que realmente impulsen la economía a largo plazo, salarios dignos, acceso a una sanidad de calidad y escuelas públicas de primera categoría”.
A las críticas de la senadora Cook, se suman las quejas de los residentes cercanos a los centros de minerías por el ruido constante de las operaciones y la percepción de que las promesas de creación de empleo a menudo no se materializan.
La decisión de Texas de lanzar una Reserva Estratégica de Bitcoin va más allá de un simple experimento financiero. Representa un desafío directo a las nociones tradicionales de reservas estatales, que generalmente se limitan a activos de baja volatilidad y alta liquidez.
Lo único cierto, es que a medida que la Oficina del Contralor avanza en la contratación de un banco de criptomonedas para la gestión profesional de esta cartera, todos los ojos estarán puestos en el rendimiento de los 5 millones de dólares iniciales.
Por lo que, la Reserva Estratégica de Bitcoin de Texas no solo es una prueba de la solidez del Bitcoin como activo de reserva, sino también un indicador de hasta qué punto los gobiernos estatales están dispuestos a adoptar innovaciones financieras disruptivas, enfrentándose a la volatilidad del mercado y a las crecientes preocupaciones ambientales y económicas dentro de sus propias fronteras.
El camino por delante para la SBR de Texas estará lleno de escollos y éxitos potenciales, y su resultado influirá inevitablemente en si otros estados deciden seguir este camino no pavimentado hacia la economía digital.

