El pasado jueves, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, «por sus siglas en inglés»), emitió una advertencia a los líderes del G20 reunidos en Johannesburgo, a través de una carta en relación con las stablecoins y las preocupaciones por los riesgos que plantean para el sistema financiero global, a las cuales se sumaron las expresadas por el Banco Central Europeo (BCE), este lunes.
En una carta dirigida a la cumbre de líderes del G20 celebrada desde el día 22, el presidente del FSB, Andrew Bailey, señaló que debido a que la falta de una supervisión internacional coordinada y consistente sobre las stablecoins, estos activos digitales representan una amenaza directa y creciente para la estabilidad del sistema financiero global.
Bailey, subrayó la necesidad imperiosa de acelerar la implementación de marcos regulatorios robustos, haciendo hincapié en que las inconsistencias normativas entre las jurisdicciones se han convertido en un factor de riesgo que no puede ser ignorado.
Concretamente, el mensaje que ha querido transmitir el FSB, es hacer ver que lo que antes era un nicho de especulación digital, ahora se ha transformado en un vector de pago y compensación transfronteriza que, si no se gestiona adecuadamente, tiene el potencial de desestabilizar economías enteras.
La urgencia del llamado del FSB radica en el cambio de funcionalidad de las stablecoins, que originalmente eran vistas como un puente en el volátil ecosistema cripto, las stablecoins, vinculadas a activos tradicionales como el dólar estadounidense, están ganando tracción como medio de pago real en el comercio transfronterizo.
In his letter to the #G20 Leaders meeting in Johannesburg, FSB Chair Andrew Bailey calls for global efforts to modernise and strengthen financial regulation without compromising financial stability https://t.co/IrPZZJjEil@bankofengland pic.twitter.com/V5Vf2Nt9E8
— The FSB (@FinStbBoard) November 20, 2025
En una publicación de la red social X, Bailey, dijo: “La FSB opera en un mundo de considerables desafíos, tanto en términos de buscar un crecimiento económico más fuerte como de responder a un alto ritmo de cambio en el mundo de las finanzas”.
“Los pagos transfronterizos siguen siendo lentos, costosos e ineficientes. El FSB y sus socios han avanzado en el desarrollo de políticas y herramientas internacionales, y estamos observando algunas mejoras, como la reducción de costos en algunas de las regiones más caras y mejoras en la velocidad y los costos en ciertos segmentos”, dijo el presidente Bailey en su comunicado.
Además añadió que “la trayectoria actual de cambio no generará las mejoras que los miembros del G20 se han propuesto. Por lo tanto, necesitamos acelerar urgentemente la implementación. En algunas áreas se puede hacer más para mejorar las infraestructuras y políticas de pagos. Sin embargo, también persisten problemas críticos en las políticas nacionales, como los controles de capital y los procesos relacionados, que limitan el progreso”.
En el comunicado también se advirtió que un “informe provisional del FSB sobre su Revisión de Monitoreo de la Implementación” de los estándares previstos para llevar a cabo las reformas financieras globales, este organismo “identificó deficiencias significativas en la implementación de las reformas financieras”.
De allí que, “Bailey enfatiza la importancia de lograr un equilibrio entre la modernización de la regulación financiera y garantizar su eficacia para salvaguardar el sistema financiero global”, ante los nuevos riesgos que representan las stablecoins.
Este problema escala a nivel geopolítico, como aborda en la carta, la cual revela que responsables políticos fuera de Estados Unidos han expresado su profunda inquietud por la posibilidad de que el uso masivo de stablecoins ligadas al dólar pueda afectar negativamente la política monetaria y la soberanía económica de sus respectivos países.
Esta dependencia financiera, gestionada fuera de las regulaciones bancarias tradicionales, impone un desafío de control sin precedentes a los bancos centrales, por lo que, el FSB exige que los países miembros del G20 que no solo acojan la innovación, sino que creen urgentemente marcos capaces de garantizar la seguridad.
Estos marcos más robustos, exigirían una gestión de riesgos a los emisores, independientemente de dónde tengan su sede social. Y es que, un punto más relevante y que urge al G20 es la alarmante falta de coherencia regulatoria entre las principales economías, ya que según una revisión publicada por el propio FSB en octubre, el desarrollo regulatorio en el espacio cripto avanza a distintas velocidades.
En el ámbito específico de las stablecoins, la lentitud es preocupante de los reguladores, ya que de 29 jurisdicciones analizadas, solo nueve habían propuesto o completado alguna forma de legislación específica. El resultado es una dispersión peligrosa en normativas sobre aspectos críticos como la gestión del riesgo de liquidez, la exigencia de colchones de capital y las normas de reembolso a los usuarios.
La existencia de normas diferentes según la jurisdicción genera huecos entre las autoridades reguladoras, lo que puede convertirse en un nuevo factor de riesgo. Esta falta de coherencia propicia el arbitraje normativo, llevando a las empresas a trasladar sus sedes a países con regulación más laxa.
Este fenómeno no solo debilita los esfuerzos de supervisión, sino que concentra el riesgo en jurisdicciones con menor capacidad o voluntad de control, lo que podría tener un efecto dominó en caso de un fallo sistémico de una stablecoin importante.
Amidst slower economic growth and rapid financial evolution, the FSB will work to strengthen implementation of global standards and to understand and respond to changes in the financial system, writes Andrew Bailey to the #G20 Leaders.https://t.co/CTu8dS8HOF@bankofengland pic.twitter.com/hhh0wQHPj3
— The FSB (@FinStbBoard) November 20, 2025
Aunque la supervisión de las stablecoins acaparó los titulares, la carta de Bailey situó esta preocupación en el contexto más amplio de la estabilidad financiera y de cómo todavía el sistema financiero tradicional (TradFi), no ha realizado un verdadero avance en estándares previstos en los distintos Acuerdos de Basilea.
El FSB también destacó la necesidad de una estrecha vigilancia sobre los mercados de crédito privado, un segmento del sistema financiero no bancario (NBFI) que ha crecido hasta alcanzar los 2 billones de dólares globalmente, por lo que, la opacidad y los vínculos de este sector con el sistema tradicional lo convierten en un área de potencial vulnerabilidad.
Ante este panorama de riesgos interconectados, el FSB mostró su determinación de acelerar la coordinación del enfoque regulatorio internacional, a través de un plan de acción concreto que exige la cooperación del G20.
En primero, los países miembros del G20, deben identificar Mejores Prácticas, mediante la definición de estándares óptimos en materia de cooperación transfronteriza. En segundo lugar, deben efectuar un intercambio de Datos y Análisis, a través del intercambio sistemático de datos y en el análisis de vulnerabilidades en colaboración con las autoridades de cada país.
Como tercer punto de ese plan de acción, los países deben mantener una Implementación Consistente, para que las reformas financieras globales acordadas (como Basilea III) sean implementadas de manera plena y uniforme, un aspecto donde el progreso ha sido notoriamente desigual.
El FSB espera que este impulso regulatorio no solo asegure la estabilidad de las stablecoins, sino que también mejore la transparencia y el futuro de todo el mercado de activos digitales y que se eviten trasladar los riesgos al sistema financiero.
La cumbre del G20 en Johannesburgo tiene, por tanto, en su mesa no solo la economía tradicional, sino el desafío de gobernar una frontera digital que crece más rápido que la capacidad de los reguladores para ponerse de acuerdo.
La respuesta a esta urgencia determinará si el ecosistema cripto se integra de manera segura o se convierte en la próxima fuente de crisis financiera global.

