Este sábado, durante una reunión informal de ministros organizada por Portugal, se abordaron y debatieron diferentes temáticas que preocupan a todos los países de la Unión Europea, en el proceso de recuperación post pandemia.
El primero en hacer advertencias, fue el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, quien señaló el riesgo de que se produzca una ola de quiebras empresariales en toda Europa.
Por lo que de Guindos, pidió a los países de la zona que realizaran una retirada gradual de las medidas de apoyo que han evitado el aumento de la insolvencia en el sector empresarial por la pandemia.
A juicio del vicepresidente del BCE, estas medidas, aunque han sido necesarias y han permitido que muchas empresas sigan operativas, evitando hasta ahora que se produzca esta oleada de quiebras, serán perjudiciales.
De Guindos, ha advertido que hay que poner «una nota de prudencia» y vigilar la evolución de los préstamos fallidos -los que acumulan más de 90 días de mora o se consideran irrecuperables-.
«El principal riesgo que identificamos para la estabilidad financiera es una potencial ola de insolvencias en el sector corporativo», dijo de Guindos en una rueda de prensa tras participar este sábado, en la reunión informal de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (UE) en Lisboa.
También de Guindos agregó que «es muy importante que la retirada de las medidas de apoyo sea gradual, que se haga en paralelo a la evolución de la economía y se pongan en marcha medidas más específicas» para «evitar» los efectos de una desaparición abrupta de las mismas.
De ocurrir este escenario, esto podría tener consecuencias catastróficas para la eurozona. Sin embargo, también hay que evitar la «zombificación» del sector corporativo en Europa, que dejaría empresas viviendo de las ayudas.
En su opinión, el ratio de estos préstamos fallidos, que descendió en la UE al 2,6 % en 2020 a pesar de la pandemia, tendría un mayor impacto desigual entre países, sectores y colectivos, un punto que tocaron en su debate.
Aunque es probable que este tipo de créditos irrecuperables aumenten con la retirada de las ayudas, mientras se está en el proceso paulatino de recuperación económica, haciendo que se multipliquen las quiebras empresariales.
Sin embargo, a medida que la recuperación gane fuerza en Europa, el reto será mantener el apoyo a las empresas que serían viables en un escenario post pandemia y dejar caer ordenadamente las empresas que hubieran quebrado de todas formas.
Seguir manteniendo artificialmente con vida este tipo de empresas a costa del dinero público, no es lo correcto y llevaría a la «zombificación» del sector corporativo. No obstante, todos los países de una UE, quieren evitar una nueva crisis que termine en una oleada de quiebras empresariales.
Incluso, es posible que una crisis de este tipo, tenga mayores implicaciones que arrastren al sector bancario, cuyo papel será clave para financiar la recuperación económica en toda la Unión Europea.
Igualmente, de acuerdo a un análisis de la Comisión, se estima que para finales de 2021, aproximadamente un tercio de las empresas europeas podrían ser incapaces de cubrir sus pérdidas tras haber agotado sus colchones de liquidez.
Por esto, los ministros de Economía y Finanzas de los 27 países, la primera presencial en seis meses, acordaron que todos los países de la UE comparten el objetivo de no retirar de forma prematura las ayudas y seguir apoyando a los sectores más afectados por la crisis.
Hasta ahora, las medidas de apoyo nacionales y europeas, para sobrellevar los efectos de la crisis de la Pandemia, incluyen moratorias en los pagos, líneas de avales o la política de bajos tipos de interés han permitido evitar una avalancha de quiebras.
En esta reunión en la que participó de Guindos y el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, este último se mostró a favor de la idea de retirar paulatinamente estos apoyos porque afectarían directamente al presupuesto.
«Mantener un amplio apoyo a la liquidez demasiado tiempo acarrearía riesgos presupuestarios, pero debemos evitar una retirada repentina, prematura o descoordinada de las medidas de apoyo temporal», aseguró Dombrovskis, en la rueda de prensa posterior.
«Haremos todo lo posible para mantener las cosas así, pero será un área que tendremos que vigilar», agregó Dombrovskis.
Finalmente, en la reunión informal celebrada en Lisboa, quedó un claro mensaje en este particular, “debe evitarse una retirada prematura de las medidas de apoyo fiscal y monetarias”, para acompasarla al ritmo de una recuperación que será desigual entre sectores.
Y es que, según las últimas previsiones “más optimistas de lo esperado” de la Comisión Europea, los datos apuntan a que la economía de la UE tomará impulso en el segundo semestre, haciéndola crecer un 4,2 % este año y un 4,4 % el próximo.
Según estas mismas estimaciones, todos los 27 Estados que conforman la UE, habrán recuperado sus marcadores económicos para finales de 2022 el nivel previo a la pandemia, aunque también conscientes de que la pandemia dejará un impacto desigual entre países, sectores y colectivos.
Por ejemplo, se estima que en los países del sur; el turismo, los viajes, los servicios de contacto, la cultura, el arte y entretenimiento; así como los jóvenes y las mujeres han sido más golpeados y con más crudeza por la pandemia, según el documento discutido por los Estados.
«Tenemos que concentrarnos en crear espacio para la inversión pública y privada y hacer reformas», señaló el ministro de Finanzas portugués, Joao Leao, el cual enfatizó en capitalizar a las empresas viables y en impulsar la formación de los jóvenes y colectivos vulnerables.
El tema de los impuestos también fue debatido por los ministros, apuntando sobre cuál sería el papel de estos para alcanzar las ambiciones climáticas de la UE, tras lo cual acordaron reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 55 % hasta 2030 con respecto a los niveles de 1990 y alcanzar para 2050 la neutralidad climática, es decir, no emitir más de lo que absorbe.
Para alcanzar este objetivo, la Comisión Europea propondrá en julio una batería de medidas -bautizada como -Fit for 55-, que va desde la actualización de varias directivas, como las de energías renovables, eficiencia energética o emisiones de vehículos, hasta nuevas iniciativas, incluidas varias tributarias.
Cómo parte de los esfuerzos sobre este particular, Bruselas planteará ampliar su sistema de comercio de derechos de emisión (ETS, en inglés) para cubrir también el transporte marítimo y la aviación.
Asimismo, buscarán introducir un mecanismo de ajuste de carbono en frontera, que grave las importaciones de países con legislaciones ambientales más permisivas para que los productores europeos no compitan en desventaja, y también revisarán la directiva europea sobre tributación de la energía, que tiene 25 años.
En este sentido, Dombrovskis subrayó que el futuro mecanismo de ajuste de carbono en frontera (CBAM, en inglés) se introducirá de forma gradual y cumplirá las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Todo apunta a que esta propuesta estará dirigida a sectores de altas emisiones, «como el acero, cemento, electricidad o quizás fertilizantes», a los que se irá aplicando este ajuste en frontera de forma gradual y, en paralelo, se les irán retirando los permisos para emitir dióxido de carbono sin coste, explicó.
Con estas medidas, la Comisión Europea busca evitar dar una «doble protección a la industria europea» que no permite la OMC, aunque de plano, el ministro portugués admitió que este mecanismo será «complejo» aplicar.