El mundo tal y como lo conocíamos está cambiando de una forma tan radical que es poco probable que tengamos idea en qué terminarán todos estos cambios. Muchos desarrollos tecnológicos realizaron cambios disruptivos, el Internet, las plataformas en línea, el correo electrónico, las comunicaciones digitales, etc., pero ninguno ha sido tan disruptivo como Bitcoin (BTC).
Desde la llegada de Bitcoin hace 15 años atrás, el nacimiento de las altcoins, los tokens no fungibles (NFT), las inversiones en DeFi, los tokens de seguridad que soportan la tokenización, se han suscitado toda clase de cambios en el mundo financiero tradicional (o TradFi) cambiando la forma en que usamos el dinero.
Con este escenario por delante, basta con entender que también han ocurrido muchos cambios políticos, pasando de un mundo bipolar hasta 1991, cuando cayó el bloque soviético de la URSS, dos años después de la caída del famoso Muro de Berlín que nos dejó con un mundo casi dominado por los Estados Unidos.
En medio de esta realidad política, a medida que cae la confianza en ese país, también disminuye la confianza en su rol en la economía mundial y por supuesto, en su moneda el dólar estadounidense (USD), que comienza a ser criticado por muchos más países que han señalado que la fortaleza de esta moneda radica principalmente en el comercio de petróleo a nivel mundial.
Obviamente, esto ha generado que más países quieran un mundo multipolar, donde EEUU ya no es el más importante mercado. En medio de esto, el economista Jim O’Neill de Goldman Sachs, acuñó en 2001 el término BRIC (inicialmente sin Sudáfrica), en un informe que destacaba el crecimiento de las economías y mercados de consumo de Brasil, Rusia, India y China, los cuales en su opinión dominarían la economía mundial para 2050.
Tras años de discusión, estos países se reunieron en 2006 con la finalidad de sentar las bases que crearían esta organización. La primera cumbre de este grupo, se realizó en Ekaterimburgo, Rusia en 2009 y a partir de allí comenzó a darse forma a la idea de un mundo sin la predominancia del dólar estadounidense.
Esa reunión ocurrió exactamente 6 meses después del lanzamiento del blockchain de Bitcoin el 9 de enero, cuando aún esta criptomoneda era apenas un sueño libertario para unos pocos de una vida sin control, sin la tercerización de las finanzas, sin darle dinero a los bancos ni a los gobiernos, etc.
El siguiente paso de los BRIC, al año siguiente fue invitar a Sudáfrica a unirse al bloque pasando a tener la denominación BRICS. A partir de allí, aunque los pasos se han dado muy lentamente, el bloque ha crecido en países, llegando en 2023 a incorporar nuevas economías a partir del 1 de enero de 2024: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Indonesia, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudita, para denominarse BRICS+.
No obstante, Argentina, declinó la invitación e Indonesia aceptó unirse en este año. También se sumaron como miembros asociados a Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.
Pero, la disparidad de voces de los BRICS+, han impedido que en todos estos años, hayan avanzado en su propia solución financiera paralela al sistema financiero tradicional donde domina incuestionablemente el dólar estadounidense, creando apenas algunos lineamientos sin un sistema en concreto que sea una alternativa al SWIFT.
La red SWIFT, nació en 1973 con el esfuerzo de varios países para crear una red interbancaria internacional estandarizada y segura entre instituciones financieras a nivel global, que facilite el comercio mundial y las transacciones financieras transfronterizas.
La red SWIFT tiene su sede en Bélgica, aunque debido a que la moneda más usada para el comercio global en esa red, es el dólar estadounidense, le permite a ese país hacer un seguimiento real del dinero en todo el mundo, generando la impresión de que ellos controlan esa red.
Esto también les permite imponer unilateralmente sanciones a países, que implican la desconexión de su sistema bancario de la red, imposibilitándoles hacer y recibir pagos por vía interbancaria.
Pero ahora, en pleno 2025, con enormes distorsiones geopolíticas ocasionadas por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump y su política de castigo arancelario, estos países que conforman los BRICS+, están aprovechando el auge de las criptomonedas para buscar alternativas al dólar estadounidense.
Y en este caso, tanto bitcoin como las stablecoins están surgiendo como la vía más razonable para realizar pagos transfronterizos que permitan efectuar transacciones comerciales sin la necesidad de pasar por el SWIFT. Su uso, le permite a los BRICS+ eludir el uso del dólar y potencialmente las sanciones.
Si bien es cierto, que las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos a determinados países en los últimos años, han acelerado la adopción de las criptomonedas en varios países del bloque de los BRICS+, estos países ya estaban buscando alternativas a la moneda estadounidense por razones fundamentalmente políticas e ideológicas.
El papel de Bitcoin y las stablecoins, está llevando a que cada vez más empresas dejen de usar el sistema bancario tradicional, en favor de las operaciones con criptomonedas para continuar sus intercambios comerciales a nivel global.
De hecho, en varios reportes se ha señalado cómo Rusia, Irán, Venezuela y otras economías sancionadas, han recurrido a las criptomonedas para seguir efectuando pagos y recibiendo capitales que pagan sus productos o servicios en el extranjero, convirtiéndose en una herramienta clave para eludir las sanciones estadounidenses.
La empresa de análisis blockchain con sede en Nueva York, Chainalysis, ha señalado en un reporte de 2024 que Rusia, miembro destacado de la alianza de los BRICS que se encuentra bajo sanciones de Estados Unidos, Europa y algunos otros países por la invasión del territorio de Ucrania en 2014, está utilizando cada vez más las criptomonedas para sus transacciones internacionales.
De hecho, se ha impulsado desde el banco central de Rusia, que las empresas adopten los pagos con bitcoin y otros activos criptográficos para sortear las restricciones impuestas al sistema SWIFT, llevando a cambiar la postura de ese país con respecto a las criptomonedas.
Sin embargo, a juicio de algunos analistas, se ha abierto el debate por las stablecoins atadas al dólar estadounidense, ya que en la práctica su uso es –en opinión de algunos– un refuerzo del billete verde de EEUU, por lo que su papel como instrumentos de desdolarización no es correcto.
Estos analistas afirman que las stablecoins como Tether (USD₮), USDC (USDC) así como otras, sólo afianzan el papel de las finanzas estadounidenses en el comercio global e invitan a utilizar en cambio, stablecoins denominadas en oro. De hecho, la semana pasada el precio del metal dorado superó los 3.000 dólares por primera vez, impulsado por las políticas comerciales de Trump.
Al respecto, los analistas sugieren que este repunte se debió, en parte por la desconfianza de los bancos centrales a depender excesivamente del dólar, lo que es un espejo de la incertidumbre reinante en la economía global por las tensiones geopolíticas generadas desde la Casa Blanca.
Más allá de las amenazas de Trump, de imponer un arancel del 100% a los BRICS+ si estos crean una moneda paralela al dólar, o si reducen su dependencia del dólar estadounidense, reflejando su preocupación de perder la influencia en el sistema financiero global, este grupo podría también crear sus reservas nacionales en activos digitales, como lo ha hecho El Salvador y como está por hacer la Administración Trump, por lo que sin duda vendrán meses de consolidación para las criptomonedas.