La renta básica universal (RBU) es una solución que ha sido explorada por muchos políticos en gran cantidad de países, buscando ofrecer un sistema de seguridad social en la que todos los ciudadanos o residentes de un país reciban regularmente una suma de dinero sin condiciones.
Este ingreso es en la práctica un derecho que tienen los ciudadanos de recibir un ingreso que proviene principalmente desde el gobierno o alguna otra institución pública y es entregado a estos a pesar de percibir otros ingresos.
Todos los ciudadanos están en su pleno derecho de recibirlo independientemente que tenga un empleo estable o no, perciba otras fuentes de renta, su situación personal (casado o no), o incluso si es una persona rica o pobre.
Básicamente la RBU es un sistema que busca cubrir a la totalidad de la población con un ingreso garantizado al margen de sus condiciones laborales, económicas o sociales, cuya finalidad es permitirle la supervivencia básica mes a mes, garantizada por el estado.
Esta idea de la RBU se originó cuando Thomas More, también conocido por su nombre castellanizado Tomás Moro, o por su nombre en latín Thomas Morus, un libre pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, escribió su obra maestra “Utopía”, publicada en 1516.
More, que además fue además poeta, traductor, lord canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado, e incluso es venerado por católicos y anglicanos como santo Tomás Moro, planteó las bases de este concepto de la Renta Básica Universal.
En el texto de Utopía, se describe la convivencia en una isla de 54 ciudades idénticas, menos la capital, allí no existe la propiedad privada, todo es público, y vivían la misma cantidad de personas en cada una, donde se creó una fuente de sustento para evitar que existiera la necesidad de robar.
Más tarde, en 1525, un humanista, filósofo y pedagogo del Reino de Valencia en España, llamado Juan Luis Vives, planteaba un nuevo orden en la atención social para la ciudadanía, siendo el primero en plantear ayudas sociales del Estado para los más desposeídos.
Desde el siglo XVI hasta el siglo XXI, muchos políticos y autores han aportado soluciones para llevar a cabo la Renta Básica Universal, realizando ensayos para probar su factibilidad, siendo uno de los que más ha dado que hablar, el implementado en Finlandia entre 2017 y 2018.

Los resultados fueron presentados en 2019 en Helsinki por Kela (Kansaneläkelaitos), el Instituto del Seguro Social finlandés y se determinó que aunque el RBU contribuye a aumentar la seguridad económica y bienestar mental de los desempleados, apenas se estimuló la búsqueda de empleo.
Este estudio tomó mucha relevancia luego de que bajo el contexto de la pandemia por coronavirus, distintos países alrededor del mundo, el Foro Económico Mundial (Foro de Davos) e incluso el Papa se pronunciaran a favor de la implementación de un RBU.
De acuerdo a las conclusiones definitivas de ese ensayo que en su momento tuvo un coste de 20 millones de euros, se determinó que “En general, los efectos sobre el empleo fueron pequeños”, ya que algunas personas que reciben subsidios de desempleo no están motivadas a buscarlos.
El objetivo de este ensayo, no era más que estudiar propuestas para modernizar el sistema finlandés de seguridad social, adaptándolo a los desafíos de un mercado laboral que cada vez necesita menos mano de obra por la automatización y robotización de los empleos.
No obstante, aunque anteriormente otros países como Canadá, Holanda o Escocia habían lanzado ensayos similares, fueron a escalas muy pequeñas, mientras que el realizado en Finlandia es el primero del mundo a nivel nacional, aleatorio y cuya participación es obligatoria por ley.
Esto de por sí, da una mayor relevancia ya que la muestra ha sido más grande y heterogénea cantidad de beneficiarios, lo que sirvió para aportar resultados más concretos y que pueden ser aplicados en otros países.

El experimento realizado en Finlandia, consistió en asignar una renta básica mensual de 560 euros libres de impuestos a unas 2.000 personas desempleadas con edades entre 25 y 58 años seleccionados al azar durante 2017 y 2018.
Esta RBU fue asignada aun cuando los participantes encontraran empleo durante el periodo del experimento. Mientras que al mismo tiempo, se estableció un grupo de control formado por desempleados de la misma franja de edad a los que no se concedió la renta básica.
A estas personas desempleadas que formaron parte del grupo de control, sólo percibieron los subsidios habituales, para luego comparar los resultados obtenidos entre ambos grupos de desempleados.
La conclusión final determinó que aquellos que recibieron la renta básica trabajaron una media de 78 días en el segundo periodo de comparación establecido -entre noviembre de 2017 y octubre de 2018-, mientras que los parados del grupo de control lograron trabajar 73 días.
“En general, los efectos sobre el empleo fueron pequeños. Esto indica que para algunas personas que reciben subsidios de desempleo los problemas para encontrar trabajo no están relacionados con la burocracia o los incentivos financieros”, dijo Kari Hämäläinen, uno de los autores del ensayo.
El cambio más palpable, se sintió en la percepción de los desempleados de su propio bienestar económico y mental, según se desprende lo los resultados de una encuesta realizada poco antes de terminar el ensayo.
Sin embargo, aunque mucho se ha hablado de sus bondades, hoy por hoy en pleno 2021, se sabe que luego de las ayudas, muchas personas no volvieron a sus empleos, afectando seriamente las cadenas de producción en casi todo el mundo por disminución de la actividad económica.
Y es que desde el 2019 a la fecha, debido en mayor medida al impacto de la pandemia de COVID-19, comenzó a manifestarse el fenómeno social conocido como The Great Resignation (lo que se traduce como ‘La Gran Renuncia’).
Este término es atribuido a Anthony Klotz, profesor asociado de gestión en Mays Business School, Texas A&M University, quien en líneas generales describió este fenómeno que se comenzó a desarrollar en Estados Unidos, el cual consiste la renuncia masiva de empleados.
Este fenómeno se observó en empleados de todas las industrias y en diferentes profesiones por igual, los cuales renunciaron de manera masiva a sus empleos, dejando atrás amplias trayectorias laborales en empresas y negocios consolidados.
Y es que durante la pandemia el fenómeno de La Gran Renuncia se ha producido no sólo entre trabajadores esenciales, sino también entre personas que ha tenido que trabajar desde casa al tiempo que tenían que cuidar de sus hijos en medio de los confinamientos.
Tan sólo en Estados Unidos, de acuerdo a cifras del Departamento de Trabajo, durante el segundo trimestre de este ejercicio 11,5 millones de trabajadores renunciaron a sus empleos. Y este fenómeno continúa latente en ese país.

Aunque este fenómeno también se observó en Canadá y en algunos países industrializados todavía no ha llegado a ser global, según los expertos es posible que se siga extendiendo a medida que la pandemia continúe cambiando nuestra forma de vida, por lo que una RBU podría entrar en juego.
Las razones que originaron este fenómeno son variadas y un tema muy extenso, pero en términos generales, según el profesor Klotz, ela primera oleada de renuncias probablemente se debió a que muchas personas tenían planes de renunciar en 2020, pero detuvieron sus planes en medio de la incertidumbre creada por la pandemia.
Igualmente, el profesor indicó que otro factor que entra en juego es lo que denomina como el “agotamiento laboral”. Klotz señala que cuando una persona se siente agotada en el trabajo tienen más posibilidades de renunciar al mismo.
Por otro lado el profesor de la Mays Business School, habla de lo que él mismo llama como “revelaciones”, que lleva a que una persona que pueda estar contenta con su trabajo, tras algo repentino en su vida, deje su empleo, para reevaluar sus prioridades.
Asimismo, el profesor Klotz, dice que el problema pudiera originarse también en que hay muchas personas que durante la pandemia han tenido que trabajar desde casa y que ahora no quieren volver a la oficina, ya que es más cómodo trabajar en el hogar y ahorrar costos de traslados.
Por último, y quizás el punto no menos importante, es que muchas personas estaban ocupando trabajos generalmente muy mal pagados como hoteles o restaurantes, por lo que les funciona mejor renunciar a esos empleos.
De hecho, todavía millones de personas en el mundo no han regresado a sus antiguos empleos o al mercado laboral para trabajar, por lo que la idea de una Renta Básica Universal, que sea asignada a estos millones de personas sin empleo cobra fuerza.
Quedará por saber si el fenómeno de la Gran Renuncia es algo puntual, focalizado en algunos países o si por el contrario, este es el inicio de una tendencia que va a desembocar en un cambio en las futuras relaciones laborales.
Lo único que detiene a muchos políticos es que tras constatarse en el estudio finlandés, que de las personas que reciben una RBU, al menos un 50% no volvería a buscar un empleo, por lo que su aplicación tendría más consecuencias negativas que positivas para la economía.
En cualquier caso, este tema sigue discutiéndose en los círculos políticos y foros globales, por lo que es posible que en los próximos meses, se generen nuevas noticias en torno al mismo.