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Eliminar la brecha digital y educativa, fundamental para luchar contra la pobreza y la igualdad de oportunidades

El Club Excelencia en Gestión y la Fundación Altran para la Innovación abordaron en una mesa redonda los problemas que ha provocado la pandemia en el sector educativo, qué puede aportar la tecnología para superarlos y el papel de las fundaciones que se ocupan de esta área para hacer frente a los nuevos retos.

Eliminar la brecha digital y educativa es uno de los principales retos que se les presentan a las fundaciones y a las ONG que trabajan para erradicar la pobreza, ya que la transformación digital potencia la igualdad de oportunidades.

Esta fue una de las principales conclusiones que compartieron los participantes en una mesa redonda sobre la supresión de la brecha educativa organizada recientemente por el Club Excelencia en Gestión y la Fundación Altran para la Innovación en el marco de la iniciativa Be TalentSTEAM.

En ella, moderados por Óscar Codón, director general de la Fundación Altran, debatieron Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación de la Fundación COTEC; Silverio Agea, director general de la Asociación Española de Fundaciones; Isabel M. Martínez, directora de Universidades y Fomento del Talento de la Fundación ONCE, y Pablo Navaja, director de Formación y Medio Ambiente de Cruz Roja Española.

El evento fue inaugurado por Ignacio Babé, CEO del Club Excelencia en Gestión, quien puso de manifiesto que “el futuro de nuestro país nos lo jugamos en la educación y todos debemos arrimar el hombro”, además de destacar que es “importantísimo” que la sociedad civil aborde este asunto y que las empresas ayuden, “porque en nuestro sistema existe una falta de ajuste entre el mundo empresarial y la formación de nuestros jóvenes”. Asimismo, opinó que para que se produzca una transformación exitosa del modelo educativo son fundamentales “tres patas, la transformación cultural, la del modelo de negocio y la digital”, además de volver a dotar de reconocimiento social y económico a los docentes y de herramientas de calidad a los alumnos.

Óscar Codón, antes de presentar y dar paso a los ponentes, puso en contexto el debate resaltando las dificultades que ha generado la pandemia al sistema educativo, debido a que “un porcentaje muy alto de estudiantes no han podido mantener su formación básica a distancia por no disponer de dispositivos electrónicos”, y advirtió que, si su transformación no es constante y no se realiza de forma “rápida, eficaz y sostenible”, tendrá consecuencias muy negativas para la sociedad y la competitividad del país. Para conseguir ese cambio, estimó imprescindible la colaboración de las organizaciones empresariales y el tercer sector con el educativo.

Consecuencias de la COVID-19, el rol de la tecnología y la actividad de las fundaciones educativas

Las intervenciones se dividieron en tres bloques.

En el primero, se plantearon los principales problemas que ha puesto de manifiesto la pandemia en el sector educativo, el papel que ha tenido la tecnología en este periodo de tiempo y cómo ha afectado a la actividad de las fundaciones educativas.

La parte central del acto se dedicó a analizar las brechas que se han detectado en este tiempo, la relación entre la digital y la educativa y cómo están afrontando las fundaciones los nuevos retos.

En el último bloque se sugirió cómo garantizar el acceso a la educación en el nuevo escenario, se comentaron modelos de digitalización que se han aplicado en distintos centros educativos y se pusieron de relieve algunos casos de éxito.

Los ponentes coincidieron en que durante el estado de alarma la escuela no se paró gracias a las herramientas tecnológicas, pero también en que la situación ha hecho emerger problemas como el error que supone intentar reproducir la escuela presencial a distancia y las dificultades de acceso de los colectivos más vulnerables por carecer de medios tecnológicos.

Para solucionarlos, Pablo Navaja apostó por la transformación de la escuela, “aprovechando los elementos tecnológicos en las clases presenciales”, la del modelo pedagógico, un adecuado equipamiento tecnológico para los alumnos, la adecuada formación de estos y de los profesores en competencias digitales y la alianza entre el sector público y privado para garantizar la igualdad de acceso a la educación a los colectivos más vulnerables. “Tenemos los recursos y el conocimiento, tenemos que actuar en el plano cultural, cambiar el modelo de negocio y apostar por integrar la transformación digital en este modelo”

Ainara Zubillaga añadió que en este tiempo también “hemos sido más conscientes de las limitaciones de la tecnología” y que ha servido para descubrir que “la presencialidad es fundamental”, porque “muchos aprendizajes solo se pueden realizar con el otro”. Además, consideró necesario diferenciar la brecha digital y la educativa para acertar con las soluciones. “La brecha digital es una manifestación de la brecha educativa, que a su vez es una manifestación de la brecha social”, dijo. De cara al futuro, apostó por digitalizar los centros y el sistema, así como poner la digitalización al servicio de la gestión de la información para planificar de forma más acertada. “Se necesita un liderazgo compartido, la digitalización pensada a largo plazo, la lucha contra la desigualdad y recursos, más personales que materiales”

Para Silverio Agea, el papel de las fundaciones en los inicios de la pandemia fue, básicamente, “escuchar activamente” y adaptarse a las nuevas necesidades colaborando –concepto que recalcó reiteradamente en sus intervenciones- cada una en su especialidad para ayudar “al 14% de alumnos que quedaron desconectados del sistema educativo”. Lo que se ha traducido –explicó- en que “hoy, quien acompaña en lo social, lo hace también en lo educativo”. De cara al futuro, auguró grandes dificultades para la financiación de las fundaciones, ya que el 40% de sus recursos provienen de donaciones de empresas y particulares, “y, si se reducen los presupuestos, aportarán menos”, algo que presumió que afectará especialmente a las del ámbito educativo. Una situación que, en su opinión, exigirá “más colaboración, liderazgo compartido y humilde, porque sin educación no hay futuro”.

Isabel M. Martínez, por su parte, señaló que la educación será el elemento más determinante que generará exclusión en el siglo XXI, “más que la discapacidad”, e incidió en la importancia del profesorado y los recursos, además de la necesidad de “una profunda transformación de las metodologías docentes para que todo el alumnado pueda avanzar y haya inclusión”. En este sentido, destacó la gran oportunidad y, a la vez, el gran reto que supone la transformación digital para disminuir la exclusión, “siempre que se use bien”, poniendo el foco especialmente en la accesibilidad. “Es fácil entregar una tableta, el problema es la usabilidad y la accesibilidad, especialmente para las personas con discapacidad”, destacó. Y, al igual que su compañera de mesa, consideró que “es necesario superar la brecha digital para superar la brecha educativa y la brecha social”.

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Sobre el Club Excelencia en Gestión

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