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A 51 años del Shock de Nixon y del fin de Bretton Woods

Este lunes 15 de agosto, se cumplieron 51 años del llamado “shock de Nixon”, momento de la clave de la historia, cuando el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, decretó el fin de los cambios fijos de divisas y del patrón-oro nacido de los acuerdos de Bretton Woods.

Estos acuerdos, llamados así, debido al nombre de la pequeña localidad de New Hampshire donde hacia finales de 1944, en un hotel apartado de todo, los representantes de 44 naciones, sostuvieron reuniones para sentar las bases de la recuperación económica tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En Bretton Woods, se diseñaron los planes que impulsarían la recuperación económica de los países en la post-guerra. Con una Europa en ruinas, junto a sus economías devastadas, había que acordar el marco macroeconómico internacional que solventara toda esta situación.

En dicha reunión, los grandes economistas de la época, compartieron sus opiniones y debatieron cuales propuestas tendrían la viabilidad necesaria, para generar a un acuerdo de recuperación mundial que prevaleciera en el tiempo.

Uno de ellos, el británico Jhon Maynard Keynes, el economista más respetado de la época, propuso lanzar un organismo llamado International Clearing Union, que emitiría una moneda internacional denominada (bancor), respaldada por las monedas más fuertes del planeta.

Su valor se establecería en base a 30 mercancías básicas, por lo que estas a su vez, lograrían la estabilidad necesaria para convertir a bancor en una moneda de reserva. A través de un mecanismo de cambio, cada país tenía la posibilidad de cambiar su moneda por bancores, para pagar sus compromisos con el comercio internacional.

De allí que el único desafío que existiría para las naciones consistiría en mantener un equilibrio fiscal en su balanza de pagos. Dentro de la propuesta de Lord Keynes, se contemplaba que en caso que, los déficits fiscales de estos países se excedieran rompiendo el equilibrio, de la balanza de pagos, estos pagarían una multa.

De acuerdo con el Keynes, este sistema tenía la ventaja que permitir alcanzar la deseada justicia económica mundial porque los países más sólidos y financieramente saneados, serían los que financiarían a los más pobres con economías deficitarias.

Esto suena conocido para muchos europeos, pues este es parte de la finalidad económica del sistema de la Unión Europea y de la eurozona que actualmente conocemos hoy día. Keynes, sostenía que este sistema recuperaría la demanda del comercio mundial y por ende la economía de todos los países afectados por la Guerra.

A pesar que su idea era una de las más apoyadas, al final las cosas fueron decididas a favor de la propuesta de Carl Bernstein, del Departamento del Tesoro de EEUU de la época, que consistía en establecer al dólar como moneda de referencia mundial para el resto de monedas de los países que firmaron el acuerdo de Bretton Woods.

La propuesta Bernstein, fijaba al dólar como base de la economía mundial, el cual se sustentaría a su vez en el patrón oro, el metal precioso más valorado por el hombre a lo largo de la historia. De acuerdo con Bernstein, EEUU acumulaba las mayores reservas del planeta, por lo que podrían mantener la masa monetaria de la nación.

El plan Bernstein, propuso que el equivalente en oro a una onza, sería canjeado por 35 dólares estadounidenses. Adicionalmente, todas las monedas internacionales tendrían su equivalencia de cambio con respecto al dólar (en no más de un 1% arriba o abajo).

Para ello, se contempló que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, se encargarían de asumir el papel de distribuir las ayudas e impulsar el comercio y la reconstrucción de los países afectados por la Guerra y que estaban amparados bajo este acuerdo.

No obstante, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la reconstrucción de los países y sus economías. Para ello, Estados Unidos emitió más dólares, con la finalidad de inyectar capital para los planes Marshall de reconstrucción de Europa.

Esta emisión descontrolada de dólares, por varias décadas impulsó la reconstrucción económica del mundo y sus economías, llevando a la sociedad mundial a volver a florecer e hizo que el poder de EEUU se consolidara en la mayoría de los países del planeta.

Sin embargo, como es conocido, la emisión descontrolada de oferta monetaria, pasa factura y lleva a la devaluación de la moneda, así esté respaldada en las toneladas de oro de Fort Knox, por lo que con la llegada de la década del 60 del siglo pasado, también llegaron los problemas económicos.

Estados Unidos se metió de lleno en una nueva guerra, que ameritó aumentar aún más la emisión de dinero inorgánico y de deuda pública, para pagar los costos de las tropas en Vietnam, por lo que comenzó la debacle del plan Bernstein.

Pero los países europeos comenzaron a ver las fallas de esta emisión descontrolada y el tamaño de la deuda, exigieron a los EEUU que entregara el equivalente en oro, de los dólares que eran utilizados para cubrir la balanza de pagos y los bonos de deuda con estos países.

Cuando las autoridades financieras de EEUU, evidenciaron que la demanda, simplemente no podría ser cubierta por todo el oro que tenía en bóveda el país, se suscitó el ya mencionado “shock de Nixon”, que en su momento sacudió la economía mundial.

Este anuncio, cambió la economía mundial de nuevo y a partir de ese momento, todas las monedas de los países comenzaron a flotar libremente, pues ya no estaban ancladas al dólar estadounidense, que había pasado a convertirse en sólo, una moneda fiduciaria más.

Para ello, la Administración Nixon optó por aplicar políticas monetarias expansivas que les permitieran abordar el desequilibrio en la balanza de pagos de su país, haciendo que el entonces Secretario del Departamento del Tesoro, John Connally Jr., suspendiera “temporalmente” la convertibilidad del dólar en oro u otros activos.

Esta decisión se justificó ante el público estadounidense y el resto de países, señalando que era imposible respaldar la cantidad de liquidez de billetes sobre las reservas en oro, dando inicio a la era del dinero fiat (fiduciarias) que conocemos actualmente.

El dinero fiat o “dinero por decreto” sólo está sustentado en la confianza en la única autoridad responsable de su emisión: el banco central de un país.

El carácter de legalidad que tienen, se debe a que simplemente las personas deciden creer en las autoridades financieras de sus países, pero no porque tengan un respaldo en otras divisas o en oro, u otros activos tangibles de valor.

La única especie de respaldo internacionalmente aceptado, es en base a la economía de cada país. Si determinado país, goza de estabilidad monetaria, posee equilibrio en su balanza de pagos y tiene indicadores macroeconómicos saludables, es más que suficiente para creer en su moneda y aceptar su valor desde el punto de vista comercial.

No obstante, estas monedas fiduciarias han sido constantemente manipuladas a través de los años, gracias a los mecanismos de expansión cuantitativa (QE), que al final han derivado en una pérdida apreciable del poder adquisitivo de las personas que usan este tipo de dinero.

Esta pérdida de poder adquisitivo, se ha visto acelerada por la inflación que atraviesa la economía mundial, la cual ha derivado en una crisis global de grandes proporciones, que a ratos parece contenerse pero que aún es demasiado pronto para determinar sus alcances.

Por otro lado, con Bitcoin nadie podrá aplicar políticas expansivas para aumentar la oferta monetaria a más de 21 millones de bitcoins, así como tampoco es necesaria confiar en este criptoactivo basado en la fe, ya que se rige por reglas matemáticas previamente establecidas, que no pueden ser modificadas.

Bitcoin es un activo digital que tiene la capacidad de ser dinero deflacionario, por lo que con el paso del tiempo, a medida que se disminuya su oferta, su valor crecerá proporcionalmente a la escasez de este criptoactivo en los mercados.

Más de medio siglo después de la instauración de las monedas fiduciarias, deben haber servido para comprender sus deficiencias y el por qué el mundo debe mirar hacia un futuro donde las criptomonedas privadas y las soluciones DeFi, creen una mejor economía para todos.

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